En un mundo en el que lo decimos todo por Redes Sociales, se corre el riesgo de adoptar este estilo comunicativo en el cara a cara.
Es innegable que las RRSS facilitan la comunicación en remoto, pero también son fuente de numerosos vicios que no debemos permitir que se transfieran al ámbito de comunicación presencial.
Estos vicios son un reflejo de nuestra era de inmediatez, donde la brevedad impera.
La rapidez de respuesta requerida en los medios digitales evita que hagamos una reflexión profunda sobre nuestra argumentación.
Las redes sociales también son una fuente de polarización de ideas, que nos sitúa en un bando o en otro sin permitirnos ser moderados. Rara vez la argumentación del oponente nos forma, o nos permite cambiar nuestra perspectiva, ya que tendemos a aferrarnos a aquellas ideas que confirman las nuestras.
En Nubip visitamos empresas continuamente, lo que nos permite presenciar de primera mano los cambios de metodologías profesionales en el sector industrial y en el de servicios.
La irrupción de las IAs y de las nuevas tecnologías traen como consecuencia un futuro laboral muy automatizado. En este paradigma, las habilidades de comunicación interpersonales van a marcar la diferencia.
En las organizaciones, a todos los niveles, debemos prepararnos para ser buenos comunicadores:
Conocer nuestros puntos débiles y fuertes a la hora de transmitir nuestro mensaje
Agudizar la sensibilidad para observar las reacciones de nuestro interlocutor
Observar sus claves no verbales, su lenguaje corporal
Practicar la escucha de verdad, y no simplemente esperar a que el otro acabe de hablar para continuar nuestro monólogo.
Tal y como la experta en comunicación Aurora Michavila señala en su libro “Supercomunicadores”, entre las claves que debemos cuidar en nuestras interacciones presenciales, la primera es la autenticidad: la de los demás, pero sobre todo la nuestra; es indispensable mirar en nuestro interior antes de dirigirnos a otros.
A lo largo de nuestra experiencia vital, hemos ido adaptándonos a los diferentes roles que nos tocaba asumir: en la familia, en el colegio, con la pareja, en el ámbito laboral…, nos hemos movido en un equilibrio entre nuestro “yo natural” y “nuestro yo adaptado”, y en cada distinta faceta, hemos conseguido encajar potenciando ciertos rasgos de nuestra personalidad.
Michavila define a alguien auténtico como aquel que se conoce y se permite a sí mismo expresarse.
A veces hay aspectos de nosotros mismos que no nos gustan y queremos mantener ocultos, en estos casos tenemos la tentación de comunicarnos tras una máscara.
Querernos con nuestros defectos es algo que los demás, que tampoco son perfectos, agradecerán al tratar con nosotros.
Las Inteligencias Artificiales, que simplifican tanto el trabajo ya hoy en día, carecen de algo que nosotros tenemos de base y que podemos potenciar aún más: la expresividad.
Las personas somos seres emocionales. Estas emociones nos acompañan desde tiempos ancestrales y han evolucionado para ayudarnos a adaptarnos a las exigencias del entorno.
A veces, las emociones nos desbordan y nos impide comunicarnos eficazmente.
Cuando sufrimos un “secuestro emocional” causado por una emoción muy fuerte, como la ira, podemos perder la objetividad temporalmente.
En estos momentos, conocernos a nosotros mismos es importante para salir cuanto antes de este estado, y recuperar el control: conectar con otro tipo de emociones, y distraernos son buenas estrategias para salir del estado de “rumiación”, en que revivimos una y otra vez la situación que nos ha llevado a este estado.
Esto nos permitirá mitigar el impacto de nuestra frustración a la hora de comunicarnos con los demás. Michavila nos recuerda que el autocontrol y los filtros nos ayudan a mantener la educación y la asertividad a la hora de comunicarnos con otros, incluso cuando se trata de mostrar nuestro malestar.
Cuando comunicamos, el mensaje que transmitimos ha de contagiarse de la motivación y la energía positiva que nos impulsa. Se trata de crear una cápsula ambiental, con esta energía expresiva, donde los otros quieran entrar.
Y para ello hay que estar presentes en el ahora, tener nuestro mensaje bien preparado y transmitir con todo el cuerpo, ya que empezamos a comunicar desde que establecemos contacto visual con nuestro interlocutor.
Recuerdo que este año acudimos a una presentación sobre innovación tecnológica el equipo de Nubip. El ponente tenía vocación didáctica, pero hablaba para sí mismo, y lo que podía haber sido una amena charla de introducción sobre productos útiles en nuestro sector, se convirtió en una disertación llena de divagaciones, como si el presentador estuviera pensando en voz alta.
Mi compañera y yo nos fijamos en que, a pesar de que estábamos intentando ser corteses y mostrar interés, la postura corporal no mentía: todo el equipo estaba vuelto hacia la puerta de salida, como si quisiéramos escapar huyendo de allí.
Las claves no verbales nos pueden dar pistas sobre la autenticidad y emociones de nuestro interlocutor.
¿Has visto la película de Pixar “Inside Out” (Del revés)? En ella, los personajes principales son Tristeza, Alegría, Miedo, Ira y Asco.
La ciencia ha demostrado que estas emociones básicas son universales y generan expresiones faciales comunes para toda la humanidad, en todos las etnias y etapas de la vida.
Existen estudios que demuestran que nuestro estado de ánimo se ve afectado por nuestras expresiones faciales. Si sonreímos, aunque sea forzadamente, durante un tiempo, empezamos a generar serotonina y nuestro estado de ánimo mejora.
Y reír genera endorfinas, lo que nos hace sentir felices y relajados.
La psicóloga social Amy Cuddy en su estudio sobre las claves del lenguaje no verbal, ha demostrado que nuestra postura es expansiva cuando nos sentimos poderosos, y sin embargo, ante situaciones ambiguas o de inseguridad, nos replegamos sobre nosotros mismos, encorvándonos y cruzando brazos y piernas.
La técnica que propone esta científica es que practiquemos, durante unos minutos, la expansión corporal en los momentos previos a situaciones desafiantes, como entrevistas de trabajo o presentaciones ante una audiencia, de manera que nuestro empoderamiento percibido aumente.
Sentirnos empoderados y seguros hace que segreguemos más testosterona, y menos cortisol, es decir, mostrarse fuertes, aunque sea fingiendo al principio, nos transforma en seres más seguros.
Aunque al principio pueda sentirse como un acto de fingimiento, e incluso nos sintamos ridículos haciéndolo, esta práctica gradualmente nos transforma en seres más seguros y auténticos. Al incorporar la expansión corporal en nuestra rutina de comunicación, estamos creando una base sólida para forjar relaciones significativas y efectivas en nuestra vida personal y profesional
El decálogo de Michavila para buscar autenticidad en nuestra comunicación:
Prepara tu mensaje
Sé tú mismo.
Nadie es perfecto y tampoco hace falta que tú lo seas.
Transmite con todo tu cuerpo y tus emociones.
Incluye en tu repertorio anécdotas personales con las que sea fácil identificarse
Observa y escucha, pero de verdad, a tu interlocutor.
Utiliza tu postura corporal para ser poderoso y seguro.
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